Esta locución se interpreta como "fin de una disputa o discusión entre partes, de común acuerdo". La leyenda le da su origen en la antigua Grecia, donde existía la costumbre de saldar diferencias (y hasta guerras) celebrando un banquete con corderos aportados por ambos bandos, a los que se les cortaban algunos mechones de pelo y se los arrojaba al viento para que los llevara hasta el mar, todo para simbolizar que con ellos se iban sus rencores. Quizá a través de los romanos, o más tarde gracias a la literatura, en España apareció el gesto de arrancarse un cabello y soplarlo desde la palma de la mano con la expresión "pelillos a la mar" para dar por terminado un enfrentamiento. Ver pelito pa'la vieja.
Usado así en España
"Creo que este modismo se usó más entre niños."
Sin importar lo ocurrido y no volver a acordarse de lo sucedido
Sinónimos de pelillos a la mar son olvidarse
"No te quiero. Pelillos a la mar."